A mi hermano Carlos, que una vez más ha vuelto a ser mi corrector, y a María, que se reía mientras miraba como me corregía. GRACIAS!!!
Tal vez lo hayáis oído nombrar e incluso puede que lo hayáis visitado...el monasterio de San Juan de la Peña, es uno de los lugares más vinculados a los inicios del Reino de Aragón. Su singular nombre lo debe a que está edificado justo debajo de una gran roca, que durante siglos ha sido a la vez su protectora y su destructora.
Este enclave, que posiblemente ha sido testigo de cultos a la naturaleza antes de la dominación cristiana, es el escenario de una leyenda unida a una parte del pequeño Condado de Aragón.
Cuentan que un joven zaragozano, llamado Voto, se encontraba de caza por aquellos montes, cuando de pronto vio un ciervo en la lejanía. Sin pensarlo dos veces, corrió tras el animal, que en su huida cayó por un precipicio.
Voto, viendo que iba a caer detrás de él, se encomendó con todas sus fuerzas a San Juan Bautista. Milagrosamente, las patas traseras de su caballo quedaron firmemente sujetas a la roca. Bajó de su corcel y se puso a rezar, agradeciendo al santo que le salvara la vida.
Otra versión dice que jinete y caballo se precipitaron tras el ciervo, y que mientras caían, el joven rezó a San Juan. El milagro se produjo cuando ambos se posaron suavemente en el suelo sin sufrir ningún daño.
Tras lo ocurrido, Voto decidió explorar el lugar en el que cayó el ciervo, y descubrió una cueva. Entró en ella y, para su sorpresa, encontró el cadáver incorrupto de un ermitaño y una inscripción que decía así:
"Yo, Juan, primer anacoreta de este lugar, habiendo despreciado el siglo por amor de Dios fabriqué, según alcanzaron mis fuerzas, esta iglesia en honor de San Juan, y aquí reposo"
Después de enterrar al anacoreta, Voto marchó en busca de su hermano Félix. Le contó todo lo que le había pasado y también le mostró sus intenciones de ceder todo lo que tenía a los pobres para retirarse a la cueva. De tal forma se conmovió Félix, que decidió seguirle. Pocos años más tarde se les unieron otros hombres y allí formaron una pequeña comunidad.
Este grupo de gente no podría imaginar que el lugar en el que se establecieron se iba a convertir en uno de los monasterios más importantes de Aragón...
Si alguna vez vais a San Juan de la Peña, subid a la pradera que llaman de San Indalecio, donde se encuentra el Monasterio Nuevo. Buscad el camino que lleva al Balcón del Pirineo, y una vez allí desviaos hacia el mirador de San Voto, pues allí todavía se pueden ver las huellas que las herraduras de su caballo dejaron cuando fue salvado de una muerte segura por San Juan...
No conocía la historia, es preciosa.
ResponderEliminarAlgún día habrá que ir al lugar (pensamiento: podemos montar una excursión para la vuelta de vacaciones).
Pero sabes cual es mi lugar perfecto del monasterio, la columna de la que El Gran Hombre sale detrás.
Un besico (que se que en la distancia te los dejas dar).